La cuestión de la asistencia a la misa de un sacerdote que profesa la comunión con Francisco como Papa

Escrito de John Lane

Nota: Es un artículo antigüo, por eso en la versión original menciona a Juan Pablo II, en vez de a Francisco. Al seguir intactos los mismos principios actualmente, decidimos cambiar las partes en que se menciona a Juan Pablo II, pero el contenido es el mismo.

Un análisis de la situación de este tipo de misas y su disponibilidad para los católicos

«Ciertamente está claro que, cuando hablamos de dentro y fuera en relación con la Iglesia, es la posición del corazón la que debemos considerar, no la del cuerpo…» .

San Agustín [1]

Distinguir las cuestiones

Decidir si recibir o no los sacramentos de un determinado sacerdote tradicional puede ser un reto temible. Lo que en otras circunstancias sería un asunto sencillo se ha convertido, en las circunstancias actuales, en un aparente laberinto de dificultades y contradicciones.

Sin pretender discutir todas las consideraciones que podrían influir en tal decisión, este documento intenta analizar dos factores clave:

La adhesión a Francisco como Papa y la pertenencia a la Iglesia. El efecto de la mención del nombre de Francisco en el Canon de la Santa Misa.

Hay que tener en cuenta que la cuestión, en sí misma, de si Francisco es o no verdaderamente el Vicario de Cristo es sencillamente trascendental. De ella penden las más graves conclusiones teóricas y consecuencias prácticas posibles. O ese hombre en Roma es el Vicario de Cristo en la tierra, o no lo es. Todo católico está gravemente obligado a someterse a su autoridad divinamente ordenada como lo haría a Cristo Jesús mismo, o a rechazarlo de plano como un pérfido fraude. Siendo realistas, no existe una tercera posibilidad.

Por tanto, nada más lejos de mi propósito que minimizar o restar importancia a esta cuestión crucial. Se trata simplemente de que el examen completo de esta cuestión queda fuera del ámbito de este artículo. Es decir, cualesquiera que sean las consecuencias trascendentales y lamentables que se deriven de la adhesión a Francisco como Vicario de Cristo, el análisis de estas consecuencias no entra dentro del propósito de este artículo, excepto en la medida en que puedan afectar a la disponibilidad actual de la Santa Misa para los católicos.

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La herejía en la Historia

Escrito de J. S. Daly (1st May 2000)

Sinopsis

Este artículo ha sido escrito para refutar la posición de algunos sedevacantistas exclusivos, es decir, personas para quienes los no sedevacantistas ya no son católicos, para quienes la mayoría de los católicos tradicionales, al no concluir que los papas putativos del Vaticano II han sido herejes, han caído ellos mismos en la herejía. He explicado en otro lugar por qué esta conclusión es inaceptable en teología y derecho. El presente artículo apela a la historia de la Iglesia para mostrar que uno debería ser muy lento a la hora de juzgar que alguien que afirma estar sujeto al Magisterio de la Iglesia Católica es de hecho un hereje o un cismático, y que, en el caso extremo de que este juicio sea formado por un particular, no da pretexto alguno para condenar o retirarse de la comunión con aquellos católicos que no comparten ese juicio. No se opone a quienes acusan de herejes a Juan Pablo II y a la jerarquía modernista, sino a quienes incluyen alegremente en la misma acusación a prácticamente todo el clero católico tradicional.

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Respuestas a las objeciones de un sede-sectario

Amigo, yo no pretendo convencerte, simplemente comentarte de mi opinión actual. Estoy en el deber moral de informarle a todos los que de alguna manera u otra recibieron de mis escritos la postura radical que ahora entiendo es totalmente errónea, a saber, esa que dice que solo podemos ir a misa con conclavistas. Paso a analizar tus argumentos.

«si Vaticano II no ha sido declarado formalmente erróneo»

Esto no es una condicional, es un hecho. En efecto no ha sido declarado formalmente erróneo, sino demuestra lo contrario.

«entonces tampoco se ha declarado formalmente la sede vacante»

Eso es una verdad a medias, porque una cosa es que no se haya declarado por la autoridad competente (cosa que es debatible, pero en mi opinión si se hizo, cuando Thuc y demás obispos en Acapulco y Múnich declararon la Sedevacante), y otra cosa es que de ahí se siga la imposibilidad de concluir que en efecto y de hecho, la Sede está vacante. El debate no es si la Sede está o no vacante, sino si ese hecho es un hecho indubitable y vinculante para toda conciencia que se pretenda católica, de forma tal que quien no sea sedevacante es necesariamente NO CATOLICO, o lo que es lo mismo, sus misas no son IN ECCLESIA, que es la cuestión en debate.

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