¿Pueden justificarse los errores del Vaticano II?

Por David Alejandro Martínez Espinosa

Sobre eso de decir que el mismo Vaticano II dice que el hombre tiene el DEBER DE BUSCAR LA VERDAD, y una vez conocida, abrazarla y profesarla. Respondo:

1. Dicho método de razonamiento es ilegítimo por lo siguiente: en un texto magisterial no puede haber ni siquiera una sola herejía o error doctrinal. Dicho de otra forma: la infalibilidad del Magisterio le protege para que no decrete o formule textos que contienen errores teológicos, y esto de forma absoluta. ¿A qué me refiero? A que si un texto supuestamente magisterial (que cosa es sino el texto de un decreto conciliar) contiene tan solo un error o herejía, ese hecho solo, por sí mismo, prueba que no está inspirado por el Espíritu Santo, y por lo tanto, que no es un documento legítimo del Magisterio. La Iglesia no da veneno a sus hijos.

Lo que quiero decir, es que si un documento contiene elementos de verdad y error mezclados, no puedes pretender disculpar los errores aludiendo a las verdades que contiene el documento. Así por ejemplo, si un sínodo de obispos luteranos decreta esto: «Declaramos que como el hombre es nada sin la gracia de Dios, las obras humanas no valen para aumentar sus méritos», es evidente que si bien es cierta la primera parte de la afirmación «el hombre es nada sin la gracia de Dios», no por eso deja de ser herética y falsa la 2da parte de la misma: «las obras humanas no valen para aumentar sus méritos». ¿Me explico? O sea, basta un solo error en un documento para anularlo desde el punto de vista magisterial. Jamás ha sido misión del Magisterio dar textos católicos al 99% o al 99.99%. El Magisterio da textos católicos al 100%.

¿Por qué explico todo esto? Sencillo, porque es un método común de los modernistas conservadores (neo-cones) aludir a que «el mismo Vaticano II dice que el hombre tiene el DEBER DE BUSCAR LA VERDAD, y una vez conocida, abrazarla y profesarla», para concluir de ahí que la libertad religiosa que defiende el Vaticano II no es incompatible con la enseñanza tradicional de la Iglesia. Pero dicho intento es sofístico, pues pretende en vano que la evidente contradicción con la doctrina católica de una parte de los textos del Vaticano II pueda ser corregida y purificada por las porciones de verdad católica que conserva el mismo. No sé si veas el punto, pero la cuestión es que el error absoluto (donde el 100% es falso) es difícil de encontrar: en toda herejía hay grados de verdad, y el Vaticano II no es la excepción, pues también en sus textos hay porciones de verdad católica.

Ahora bien, sería ilógico y deshonesto pretender interpretar las partes heréticas del Vaticano II como continuidad de la enseñanza católica de siempre, por el solo hecho de que, en otras partes del Vaticano II, se hayan conservado algunos puntos que son tradicionales. Esto es parte del plan de los modernistas: si hubieran puesto las herejías abiertamente, ni 20 padres conciliares hubieran aprobado los documentos: la mayoría eran ya liberales, pero no a los niveles de los peritos progresistas. Luego este argumento no es bueno.

2. Pero además, a confesión de partes relevo de pruebas: no importa la interpretación que tú hagas con la mejor voluntad del mundo si el propio Ratzinger admite que la enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa contradice la enseñanza del Syllabus de Pio IX.

Benedicto XVI, Teoría de los principios teológicos, edición inglesa, 1982, p. 381:

«Si se busca un diagnostico global del texto [del documento del Vaticano II, Gaudium et Spes], se podría decir que (en conexión con los textos sobre la libertad religiosa y sobre las religiónes del mundo) es una revisión del Syllabus de Pio IX, una especie de contra-Syllabus (…) Esto sucedió porque, [primero en Europa central, condicionada por la situación] la dependencia unilateral de las posiciones tomadas por la Iglesia a través de las iniciativas de Pio IX y Pio X, contra el nuevo periodo de la Historia abierto por la Revolución Francesa, fue en gran medida corregida«.

Benedicto XVI admite que la enseñanza del Vaticano II – a la cual él adhiere – es directamente contraria a la enseñanza del Syllabus de Errores del Papa Pío IX. En otras palabras, él acaba de admitir que la enseñanza del Vaticano II es contraria a la enseñanza del magisterio católico. Difícilmente se puede pedir una confirmación más clara de que la enseñanza del Vaticano II es herética. En su libro, Benedicto XVI repite esto una y otra vez, llamando de «contra-Syllabus» la enseñanza del Vaticano II, y diciendo que no puede haber un regreso al Syllabus de Errores.

Benedicto XVI, Teoría de los principios teológicos, edición inglesa, 1982, p. 385:

«Por una especie de necesidad interior, por lo tanto, el optimismo del contra-Syllabus dio paso a un nuevo clamor que era mucho más intenso y más dramático que el anterior».

Benedicto XVI, Teoría de los principios teológicos, edición inglesa, 1982, p. 391:

«La tarea no es, por tanto, suprimir el Concilio, sino descubrir el Concilio verdadero y profundizar su verdadera intención a la luz de la experiencia actual. Esto significa que no puede haber un regreso al Syllabus, el cual puede haber marcado la primera etapa en la confrontación con el liberalismo y un recientemente concebido marxismo, pero no puede ser la última etapa«.

3. Se suele citar a Dignitatis Humanae en su número 2 cuando dice que la libertad religiosa es para buscar libremente la verdad:

«Pero los hombres no pueden satisfacer esta obligación (buscar la verdad) de forma adecuada a su propia naturaleza, si no gozan de libertad psicológica al mismo tiempo que de inmunidad de coacción externa

Ahora bien, esta afirmación del Vaticano II, como muchas otras, tiene mezcla de verdad y error. Permíteme analizarla:

Pero los hombres no pueden satisfacer esta obligación (buscar la verdad) de forma adecuada a su propia naturaleza, si no gozan de libertad psicológica”, concedo; “al mismo tiempo que de inmunidad de coacción externa”, distingo: si por coacción externa se entiende el obligar a alguien a abrazar la fe verdadera, concedo; PERO si por coacción externa se entiende el impedir a alguien propagar y practicar públicamente su falsa religión, niego. Y para mostrar que la Iglesia Católica piensa igual, cito los siguientes documentos:

Papa Pio IX, Syllabus de Errores, # 78:

«Por esto es de alabar la legislación promulgada en algunas naciones católicas, en virtud de la cual los extranjeros que a ellas emigran pueden ejercer lícitamente el ejercicio público de su propio culto«. – Condenado.

Papa León XIII, Libertas, # 21-23, 20 de junio de 1888:

«Veda, pues, la justicia, y védalo también la razón, que el Estado sea ateo, o lo que viene a parar en el ateísmo, que se haya de igual modo con respecto a las varias que llaman religiones, y conceda a todas promiscuamente iguales derechos. Siendo, pues, necesario al Estado profesar una religión, ha de profesar la única verdadera, la cual sin dificultad se conoce, singularmente en los pueblos católicos, puesto que en ella aparecen como sellados los caracteres de la verdad. (…) Hay derecho para propagar en la sociedad libre y prudentemente lo verdadero y lo honesto para que se extienda al mayor número posible su beneficio; pero en cuanto a las opiniones falsas, pestilencia la más mortífera del entendimiento, y en cuanto a los vicios, que corrompen el alma y las costumbres, es justo que la publica autoridad los cohíba con diligencia para que no vayan cundiendo insensiblemente en daño de la misma sociedad».

La herejía del Vaticano II quizás se expresa más claramente en la siguiente cita de Dignitatis humanae, # 3:

«Por consiguiente, la autoridad civil, cuyo fin propio es velar por el bien común temporal, debe reconocer y favorecer la vida religiosa de los ciudadanos; pero excede su competencia si pretende dirigir o impedir los actos religiosos«.

El Vaticano II dice que el Estado excede su competencia si pretende impedir la actividad religiosa. Esto es totalmente herético y está refutado por la cita del Papa León XIII, en su encíclica «Libertas», # 21-23, 20 de junio de 1888, que cité un poco más arriba. En dicha encíclica vemos al Papa León XIII (reiterando la enseñanza constante de todos los Papas) enseñando que el Estado no solo PUEDE, sino que DEBE, coartar y prohibir los derechos y privilegios de las otras religiones a ejercer sus actos religiosos, EXACTAMENTE LO OPUESTO A LO QUE DECLARA EL VATICANO II. Esos actos públicos, las opiniones falsas y las falsas enseñanzas deben ser reprimidos por la autoridad (el Estado), según la enseñanza de la Iglesia Católica, de manera que las almas no se escandalicen o sean seducidas por ellas. La herejía del Vaticano II sobre esta cuestión en muy clara, pero siempre hay herejes que tratan de defender lo indefendible.

4. Las citas de que el Vaticano II o cualquier otro documento post-conciliar de los anti-papas modernistas digan cosas parecidas a estas: «Cristo es la verdad», «la Iglesia católica es la maestra de la verdad», «la libertad religiosa no implica el derecho de adherirse al error (n. 2108)» o «la condena al indiferentismo de Gaudium et Spes n. 28; Ad Gentes n. 15» son hermosas y bellas, pero no logran purificar las evidentes herejías de las otras partes tanto del Conciliábulo como del pseudo-magisterio post-conciliar. Ya expliqué en el punto 1: es deshonesto legitimar las herejías con parches de ortodoxia. O el Magisterio es tal, y en ese caso el 100% de sus doctrinas son católicas, o tienen tan solo 1 error, y ya eso es suficiente para tenerlo por extraño a la Iglesia, Madre y Maestra infalible, que no da nunca doctrinas venenosas a sus hijos.

5. La afirmación del Vaticano II que el hombre no es libre para tener la religión que quiera y que es necesario profesar la fe católica para salvarse (Lumen Gentium, n. 14) es parte de esos parches católicos que tuvo que contener el Conciliábulo para mejor confundir. Pero volvemos a lo mismo: contra hechos no valen argumentos, ¿Qué importa cuán alto grite el Vaticano II este principio si en la praxis de los pseudo-papas que lo promulgaron y aplicaron se ve el delito de la comunicatio in sacris, es decir, la oración junto a los no católicos? Este delito es específicamente propio de las personas irenistas, es decir, que fomentan la idea de que cualquier religión es igual de válida para acercar a Dios. Tan es así que el Código de Derecho Canónico de 1917 (actualmente vigente en la Iglesia Católica verdadera) dice:

Canon 1258:

«§1. En modo alguno es lícito a los fieles asistir activamente o tomar parte en las funciones sagradas de los acatólicos.»

Canon 2316:

«Es sospechoso de herejía el que espontáneamente y a sabiendas ayuda de cualquier modo a la propagación de la herejía o participa in divinis con los herejes en contra de lo que prescribe el canon 1258.»

Pero además, no tenemos que recurrir a la praxis de los psuedo-papas conciliares, sino que el mismo Vaticano II concede en otros documentos que fuera de la Iglesia Católica hay elementos de salvación. Por tanto, lo de decir que es necesario profesar la fe católica para salvarse no es más que una confesión de cortesía para contentar a los pocos católicos que entraron a ese Conciliábulo. El verdadero objetivo y por lo que ha pasado a la historia el Vaticano II, tanto para sus defensores como para sus detractores, es el ecumenismo no proselitista, es decir, aquel que se limitar a buscar la concordia entre las diversas iglesias cristianas, e incluso entre todas las religiones, cristianas o no. Unitatis redintegratio (# 3):

«Por consiguiente, aunque creamos que las Iglesias y comunidades separadas tienen sus defectos, no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió a la Iglesia».

Esta es una de las peores herejías del Vaticano II. Constituye un rechazo del dogma Fuera de la Iglesia Católica no hay salvación.

Papa San Pio X, Editae saepe (# 29), 26 de mayo de 1910:

«Solo la Iglesia posee junta con su magisterio el poder de gobernar y de santificar a la sociedad humana. Por sus ministros y siervos (cada uno en su destino y oficio), Ella confiere sobre la humanidad los medios apropiados y necesarios para la salvación«.

Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, «Cantate Domino», 1441:

«La Santa Iglesia Romana cree firmemente, profesa y enseña que aquéllos que no están en el seno de la Iglesia Católica, no solamente los paganos, sino también los judíos o herejes y cismáticos, jamás compartirán la vida eterna, e irán irremediablemente al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles, a no ser que se hayan unido a la Iglesia antes de morir.»

En su decreto sobre el ecumenismo el Vaticano II también enseña que los no-católicos dan testimonio de Cristo al derramar su sangre. El siguiente párrafo implica que hay santos y mártires en las iglesias no-Católicas, lo cual es una herejía. Unitatis redintegratio # 4:

«Por otra parte, es necesario que los católicos, con gozo, reconozcan y aprecien en su valor los tesoros verdaderamente cristianos que, procedentes del patrimonio común, se encuentran en nuestros hermanos separados. Es justo y saludable reconocer las riquezas de Cristo y las virtudes en la vida de quienes dan testimonio de Cristo y, a veces, hasta el derramamiento de su sangre.»

En base a esta enseñanza, Juan Pablo II amplia y repite esta herejía muchas veces. Ut Unum Sint (# 1), 25 de mayo de 1995:

«El valiente testimonio de tantos mártires de nuestro siglo, pertenecientes también a otras Iglesias y Comunidades eclesiales no en plena comunión con la Iglesia Católica, infunde nuevo impulso a la llamada conciliar y nos recuerda la obligación de acoger y poner en práctica su exhortación.»

Ut Unum Sint (# 84), 25 de mayo de 1995:

«La comunión aun no plena de nuestras comunidades está en verdad cimentada sólidamente, si bien de modo invisible, en la comunión plena de los santos, es decir, de aquéllos que al final de una existencia fiel a la gracia están en comunión con Cristo glorioso. Estos santos proceden de todas las Iglesias y Comunidades eclesiales, que les abrieron la entrada en la comunión de la salvación.»

La Iglesia Católica enseña dogmáticamente que fuera de la Iglesia no hay mártires cristianos.

Papa Pelagio II, epístola (2) Dilectionis vestrae, 585:

«No pueden permanecer con Dios los que no quisieron estar unánimes en la Iglesia. Aun cuando ardieren entregados a las llamas de la hoguera; aun cuando arrojados a las fieras den su vida, no será aquélla la corona de la fe, sino el castigo de la perfidia; ni muerte gloriosa [de virtud religiosa], sino perdición desesperada. Ese tal puede ser muerto; coronado, no puede serlo…».

Papa Eugenio IV, El Concilio de Florencia, Cantate Domino, sesion 11, 4 de febrero de 1442:

«… todo aquel, no importando lo grande que hayan sido sus limosnas y obras de caridad, y no importando de que llegase a derramar su sangre por causa de Cristo, no puede salvarse si no se hallare en el seno y unidad de la Iglesia Católica».

El decreto sobre el ecumenismo del Vaticano II también enseña que en materias teológicas debemos tratar a los no-católicos en pie de igualdad. Unitatis redintegratio # 9:

«Conviene conocer la disposición de ánimo de los hermanos separados (…) Para lograrlo, ayudan mucho por ambas partes las reuniones destinadas a tratar, sobre todo, cuestiones teológicas, donde cada uno pueda tratar a los demás de igual a igual, con tal que los que toman parte, bajo la vigilancia de los prelados, sean verdaderamente peritos».

Por favor advierta como el texto del decreto sobre el ecumenismo del Vaticano II es condenado por el Papa Pio XI en su encíclica Mortalium ánimos contra el ecumenismo. El Vaticano II recomienda «tratar» con los herejes de igual a igual, mientras que el Papa Pio XI describe que los herejes están dispuestos a «tratar» con la Iglesia de Roma, pero solo que «sea de iguales a igual». Cuando se lee la increíble especificidad con que el Vaticano II contradice la enseñanza pasada del magisterio, uno se pregunta: ¿habrá sido el mismo Satanás quien redactó los documentos del Vaticano II?

El Papa Pio XI, Mortalium Animos (# 7), 6 de enero de 1928, hablando de herejes:

Entre tanto asevera que están dispuestos tratar gustosamente en unión con la Iglesia Romana, naturalmente en igualdad de condiciones jurídicas, o sea de iguales a igual.”

Por lo tanto, que las citas de los fragmentos lindos y católicos del Vaticano II no te impidan ver la estafa y el engaño de las citas heréticas, que son al fin y al cabo las que descalifican al mismo como un concilio legítimo de la Iglesia Católica.