Entrevista al P. Stephen McKenna sobre la moralidad de las vacunas

Compartimos con ustedes la traducción al español que hemos realizado del fragmento de la entrevista que Stephen Heiner (de Novus Ordo Watch) le hiciera al P. Stephen McKenna sobre la moralidad de las vacunas que fueron desarrolladas a partir de líneas celulares de origen fetal.

La Traducción al español no es literal, pero cuida guardar el sentido de las palabras, omitiendo algunas frases que no significativas. También corrige algunas expresiones imprecisas desde el punto de vista científico, pero no en el aspecto teológico y moral tal el padre lo explica. La entrevista original en inglés puede ser escuchada aquí.

En dicha entrevista, el P. Stephen McKenna habla sobre el tema de las vacunas. Aunque es un tema algo complicado, la presentación del padre es clara, precisa y fácil de seguir. Su discusión con el anfitrión Stephen Heiner incluye el estado de las vacunas modernas y si es moralmente obligatorio rechazar las vacunas que fueron desarrolladas a partir de líneas celulares de origen fetal obtenidas de un feto que fue asesinado por la práctica atroz del aborto.

El episodio se lanzó por primera vez el 26 de junio de 2020, pero estaba restringido a los suscriptores de True Restoration. Agradecemos a la página Novus Ordo Watch quien decidió patrocinar esta entrevista, poniéndolo a disposición del público, ya que es de suma importancia que las personas estén informadas sobre la moralidad de vacunarse ellos mismos y a sus propios hijos. Sin más preámbulos, le ofrecemos el segmento de la entrevista donde el padre aborda esta cuestión, que comienza en el minuto 3.33 y culmina en el minuto 23.08.

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Stephen McKenna: La cuestión de la moralidad, que siempre parece escabullirse hacia nosotros, es con respecto a lo que se conoce como línea celular de origen fetal, que en algunas vacunas son utilizadas esencialmente como un sistema de administración para las cepas de virus. Algunas de las vacunas, no todas, usan líneas celulares provenientes de tejido fetal abortado, lo cual es una cosa absolutamente terrible que suceda.

Ahora lo que necesitamos entender desde un punto de vista católico, cuando miramos algo así, es la pregunta: ¿es eso suficiente para hacer que las vacunas sean inmorales en sí mismas? Ese es el quid número uno, porque sabemos que el aborto ciertamente es inmoral y no puede ser apoyado por ningún católico. ¿Pueden los padres vacunar a sus hijos con una vacuna que ha utilizado líneas celulares de origen fetal provenientes de un aborto? La respuesta corta a esto es: sí, si pueden. Es permisible y la razón por la cual se puede es un poco compleja, así que si me permites quisiera exponer el razonamiento detrás de los principios.

Entrevistador: Para eso estamos aquí padre.

Stephen McKenna: Entonces, lo primero y más importante que tenemos que entender, es las diferentes formas de cooperación en el pecado. Porque si un aborto es un pecado, y sabemos que la vacuna que recibiremos se desarrolló usando líneas celulares provenientes de un tejido fetal abortado, de alguna manera estamos cooperando en ese pecado del aborto. Ahora la pregunta es: ¿Es pecaminoso para nosotros en el grado de cooperación que tenemos?

Entonces, ante todo, debemos analizar un par de puntos. Primero, recordar que hay dos tipos de cooperación: existe la cooperación material en la acción y la cooperación formal en la acción.

Hay cooperación material en una acción cuando estamos de alguna manera conectados físicamente con el acto que se realiza, y estamos ayudando a alguien de alguna manera a hacerlo, por ejemplo, si tú vas a robar un banco, y yo te di un arma, o yo conduje el auto de huida, eso es una cooperación material.

Una cooperación formal es aquella donde yo hago un acto de la voluntad en el que quiero ayudarte a tener éxito con ese fin. Ahora bien, la mayoría de las veces esas dos cosas van juntas, así que, si soy el conductor de fuga de un robo a un banco, no solo estoy conduciendo el automóvil, sino que quiero ayudarte a escapar de ese robo al banco, te estoy ayudando a ti de esa manera, por lo que tengo a la vez tanto la cooperación material como formal en el hecho, mientras que, sin embargo, si soy un vendedor de armas y usted entra en mi tienda y pasa por todos los procedimientos para comprar un arma, y luego me compras el arma para después ir a cometer un crimen, ¿he cooperado de alguna forma para ayudarte con ese crimen? Sí, te he dado una herramienta, eso es la cooperación material. Otro ejemplo: si soy tu vecino y me pediste que te preste una palanca, y yo creo que tú solo estás haciendo un trabajo de construcción en tu casa, y viniste a pedírmela prestada, no tengo ninguna razón para dudar de ti y te presto mi palanca. Sin embargo, después resultó que tú la utilizaste para abrir una ventana y entrar a robar en un edificio. Yo he cooperado materialmente en tu acción, pero no tenía idea de que eso es lo que ibas a hacer y si lo hubiera conocido no te la hubiera prestado.

Entonces tengo una cooperación material en ese sentido, pero no tengo una cooperación formal y por lo tanto no he pecado al cooperar materialmente, porque la acción que hice en sí misma no fue una acción maligna, y entonces existe esa diferencia.

Ahora también hay que hacer otra distinción en términos de acciones, que es el nivel de cooperación. Hay cooperación remota y hay cooperación próxima.

Por ejemplo, si te veo vestido de negro con el pasamontañas y los guantes en tus manos, veo a varios compañeros junto a ti enmascarados, hombres en un auto parado en la esquina, y vienes a mi casa, me pides una palanca y tienes al hombro un bolso como de joyas, entonces me pides prestada una palanca, ahora yo tengo una cooperación mucho más próxima en tu pecado porque sé que algo está pasando, no me has dicho que vas a robar un banco pero podría arribar a esa conclusión.

Así que volviendo a este ejemplo, ver todas esas cosas sería una cooperación material próxima mientras que si vinieras a mí antes del robo, sería una cooperación material remota.

Y ahora, la otra forma de verlo sería en términos de, digamos, sé que estás robando un banco y aun así te doy mi palanca para ese propósito, pero esa palanca no me pertenece, le pertenece a mi vecino que me lo prestó a mí porque le dije que necesitaba una palanca y entonces me prestó la palanca y yo a su vez te la presté a ti para que robaras. En este caso, mi vecino (que es incluso el dueño de la palanca) está más lejos del acto del robo, de forma que aunque el también incurrió en una cooperación material, sería remota,  porque físicamente está más abajo en la cadena de uso y, por lo tanto, el riesgo de culpa en la cooperación se reduce o se elimina por completo. Por lo tanto, mientras más alejado estés del acto de pecado, menos culpa o ninguna culpa tienes en tal acto.

Ahora bien, cuando pensamos en las vacunas que utilizan líneas celulares fetales, estamos en presencia de una cooperación material remota con una acción mala que tuvo lugar: el aborto.

Ahora, lo otro que tenemos que analizar es si la acción que estamos haciendo nosotros, por la que incurrimos en cooperación material, es una acción justificable. En el caso que nos ocupa, estamos viendo que hay una enfermedad y que dicha enfermedad es tratada mediante la práctica médica de recibir una vacuna, por lo que mi acción consiste en recibir una inyección médica. Entonces, me pregunto: ¿qué tipo de acción es esta? ¿Es una acción moralmente buena, moralmente indiferente o moralmente mala?

Podemos descartar que sea una acción moralmente mala porque una vacuna no es algo que sea incorrecto en sí mismo, por lo que podemos decir que al menos es moralmente indiferente y potencialmente es moralmente bueno en sí mismo.

Entonces, como ya sé que mi acción, recibir la vacuna, es moralmente indiferente o buena, luego, entonces analizo:

«Está bien, sé que algunas de esas vacunas fueron desarrolladas a partir de líneas celulares de origen fetal, así que: ¿Es mi cooperación en aquella acción próxima o remota?»

Bueno, mi participación en eso sería ciertamente remota y muy remota, debido a que entre todas las cepas de vacunas que se usan en los Estados Unidos, creo que solo hay cinco líneas de origen fetal, y en ese caso, esos abortos ocurrieron entre 1960 y 1985, lo que significa que, en ese período de tiempo hubo un aborto, y con posterioridad fue tomado algún tejido de su cuerpo para desarrollar líneas celulares para el desarrollo de vacunas, y no se han tenido que usar nuevos abortos desde entonces, y por lo tanto, estoy tan alejado de la acción inicial de la creación de la vacuna, o de la idea del aborto en sí, que puedo decir suficientemente que mi cooperación en sí misma no es pecaminosa, por su lejanía hacia ese acto.

De vez en cuando tengo que mirarlo y decir: ¿estoy cooperando materialmente o formalmente en ese aborto? Bueno, no hice nada para provocar el aborto, no hice nada para desarrollar la vacuna, si fuera por mí, nunca habría hecho nada que tocara remotamente esas cosas y simplemente estoy recibiendo la vacuna. Así que por la lejanía y por el hecho de que no estoy haciendo nada formalmente para participar en el pecado, y dado que mi acción es por lo menos indiferente, entonces puedo con la conciencia tranquila y sin haber cometido ningún pecado, utilizar una vacuna para mí o para mis hijos. Por tanto, en términos de la pecaminosidad, con plena confianza podemos decir que nuestra cooperación en eso no es una acción pecaminosa en sí misma ni por sí misma.

Hay muchas rumores que surgen de vez en cuando y confunden a los fieles, como sucedió este verano pasado del 2019, cuando apareció como un gran tema candente, un correo electrónico. A raíz de eso mucha gente preguntó cuál era la moralidad de las vacunas, porque este correo electrónico, que tenía enlaces al sitio pro-vida «Life site news», afirmaba que para el desarrollo de las nuevas vacunas contra el SARS-COV-2 se estaban repitiendo nuevos abortos para generar nuevas líneas celulares, y esto simplemente no es cierto. Y digo eso no como un tipo al que le gusta Google en Internet, sino porque hablé con personas que tienen doctorados en bioquímica y conocen todos los entresijos de estas cosas, y me proporcionaron la lista completa de vacunas y de donde provienen sus líneas celulares, y me explicaron todo. Vale decir que estas personas son católicos tradicionales. Por tanto la información que había circulado en ese email no es genuina, y lo que parece haber sucedido es que circuló información que saca de contexto y aplica a Occidente la información sobre las vacunas desarrolladas en áreas como China, donde regularmente no tienen los mismos escrúpulos sobre ese tipo de cosas, por lo que están mucho más dispuestos a procurar nuevos abortos continuamente para hacer estas cosas. Pero en cualquier lugar de los Estados Unidos con seguridad, y lo más probable es que también de la Unión Europea o lugares como Australia y cosas así, la mayoría de esos países desarrollados nunca aceptarían ningún tipo de producto farmacéutico de un lugar como China y por lo tanto, ninguna de nuestras vacunas (hasta el momento de esta grabación) tiene nada que ver con ese tipo de situación que está ocurriendo en China.

Impulsados por estos rumores que surgen con tanta regularidad, vi que algunos clérigos tradicionales, desafortunadamente sin haber investigado en profundidad la cuestión, sino que hablando con mucha ligereza, comenzaron a decir: «Padres, ustedes no tienen permitido vacunar a sus hijos», lo que suponía una carga real para los padres a la hora de tomar una decisión médica basada en un simple dicho de un clérigo que no profundizó y consultó a las fuentes confiables. Precisamente para evitar esto, es que yo quise tomarme el tiempo y explicar adecuadamente la moralidad de estas vacunas, y así poder decir que no es exacto que los padres no puedan vacunar a sus hijos. En realidad, sólo depende de los padres la decisión final sobre si sus hijos se vacunarán o no, para lo que los padres deben basarse en lo que crean que es mejor para la salud, sin tener la preocupación de estar en pecado por cooperar en el aborto que posteriormente dio origen a las líneas celulares donde fue desarrollada la vacuna.

Entrevistador: Pero creo que la gente se refiere al sentimiento de rechazo. Nosotros aquí siempre alertamos contra el peligro de tomar decisiones basadas en sentimientos, como la persona que incluso entendiendo esto dirá que se siente mal, porque el aborto es algo muy horrible, y establecen la conexión. Otros dirán, «está bien, te presté la palanca, descubrí que mataste a alguien con mi palanca, me siento mal, así que, Dios mío, mi palanca se usó para matar a esa persona», pero 9 de cada 10 católicos tradicionales dirían: «Yo no maté, no participé; tú fuiste quien lo hiciste pero no era algo que yo supiera», y eso alivia un poco; y en el caso de las vacunas, hubo un aborto horrible que no se puede cambiar, eso sucedió, sin embargo, es similar a la palanca, fue algo que alguien hizo.

Stephen McKenna: Correcto y creo que es una buena manera para nosotros como sacerdotes que lo miremos y, a veces, puede ser útil para la gente entender esa diferencia entre el sentimiento (ese tipo de reacción visceral) a algo así, versus la moralidad. En términos de verdadera moralidad, como sacerdote lo pienso en términos del sacramento de la confesión: la materia de una confesión válida es el pecado. Para que yo le pueda dar la absolución a una persona tiene que haber pecado, tengo que haber escuchado el pecado en algún sentido. De esta forma, si una persona viniera a mí y me dijera: «Perdóname padre porque he pecado, le presté a alguien una palanca de buena fe y ellos mataron a alguien con ella después de haberla prestado. Yo no tenía idea de que iban a hacer eso y no tenía forma de saberlo», lo que tendría que decirle entonces es: «no puedo perdonarte por eso, porque no hay nada que perdonar, aquí no hay pecado, así que para que pueda darte la absolución, debes, al menos, expresar tu pesar por los pecados pasados ​​o darme algún otro pecado diferente». Y lo mismo sucedería si vinieras a mí y me dijeras: «perdóname padre porque he pecado, hice vacunar a mi hijo cuando era un bebé», no podría darte la absolución por eso, tendría que contarme un pecado diferente porque eso no sería en sí mismo un pecado. Por tanto, desde el punto de vista de la moralidad, un padre puede optar por vacunar a su hijo sin culpa de conciencia.

Entrevistador: Seguro, y creo que nuestros oyentes ahora tienen claro que es una cuestión moralmente indiferente, en la medida en que, si eliges vacunarte, no incurrirás en pecado, incluso si dicha vacuna fue desarrollada a partir de líneas celulares de origen fetal, ¿correcto?

Stephen McKenna: ¡Correcto!