11ª objeción contra el Sedevacantismo: ¿Qué importa si Francisco es un Papa o no? El problema no es asunto mío

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Respuesta: Si no importa que Benedicto XVI o Francisco sea Papa o no, entonces no importa el anti-catolicismo de la secta del Vaticano II, no importa la Nueva Misa, etc. No se puede separar una cosa de la otra. No se puede separar al Papa de la Iglesia. Por otra parte, sostener que los Antipapas Conciliares (desde Juan XXIII hasta Francisco I) fueron Papas de la Iglesia católica es afirmar que las puertas del infierno han prevalecido contra Ella.

Además, reconocerles obstinadamente como Papas es cometer un pecado contra la fe, ya que se estaría afirmando que él tiene la verdadera fe cuando en realidad es un hereje manifiesto y un apóstata. Por otra parte, reconocer a Francisco I y a los otros Antipapas Conciliares como verdaderos Papas es cometer un escándalo contra los que no son católicos porque se estaría demostrando incapacidad de presentarles convincentemente la fe católica. Sobre este punto, ahora debemos ver El Dilema Devastador para demostrar qué tan importante es este tema.

El Dilema Devastador: La cuestión de por qué los católicos no pueden ni siquiera presentar la fe a un protestante si aceptan como verdaderos Papas a los antipapas del Vaticano II

Supongamos que el día de mañana usted se encuentra con un protestante bien informado y que está interesado en convertirse al catolicismo. Si bien este hombre afirma estar interesado en hacerse «católico», él tiene un serio problema con la enseñanza de la Iglesia católica respecto a la justificación: él rechaza los cánones y decretos del Concilio de Trento del siglo XVI. Mientras él explica su posición, usted piensa para sí mismo: «¿Cómo espera este hombre convertirse en católico cuando ni siquiera cree en la enseñanza del Concilio de Trento sobre la justificación?».

Así que, usted siendo un católico bondadoso, le informa que si él quiere ser católico, él debe aceptar y creer en la enseñanza del Concilio de Trento respecto a la justificación y rechazar la opinión de Lutero de la justificación por la sola fe (sola fide), ya que la Iglesia católica (además de la Escritura – Santiago 2, 24) condena la idea de la justificación solo por la fe.

Papa Pablo III, Concilio de Trento, sesión 6, cap. 10, ex cathedra:

«Bien veis que el hombre se justifica por sus obras, Y NO SOLO POR LA FE (Santiago 2, 24)».[1]

Pero el protestante le responde diciendo:

«Disculpe Señor, no tengo por qué aceptar y creer en la enseñanza del Concilio de Trento con respecto a la justificación para convertirme en católico. Ni tampoco tengo que creer que la justificación solo por la fe sea una herejía, como usted dice. Su Papa, Benedicto XVI, y su predecesor, Juan Pablo II, quienes ambos son católicos, están de acuerdo y han aprobado un documento que dice que la justificación solo por la fe no es una herejía, y que los cánones de Trento sobre la justificación no se aplican a la explicación luterana acerca de la justificación

Y luego él procede a señalar tres puntos sucesivos para comprobarlo.

#1) El protestante, en primer lugar, cita «La Declaración conjunta con los luteranos sobre la Doctrina de la Justificación», aprobado por el Vaticano el 31 de octubre de 1999. Cita dos textos de la Declaración Conjunta con los luteranos sobre la Doctrina de la Justificación, que por casualidad los tenía en su maletín.

Declaración conjunta con los luteranos:

«#5. Una de las finalidades de la presente declaración conjunta es demostrar que a partir de este dialogo, las iglesias luteranas y católica romana se encuentran en posición de expresar una interpretación común de nuestra justificación por la gracia de Dios mediante la fe en Cristo. Cabe señalar que no engloba todo lo que una y otra iglesia enseñan acerca de la justificación, limitándose a recoger el consenso sobre las verdades básicas de dicha doctrina y demostrando que las diferencias subsistentes en cuanto a su explicación, ya no dan lugar a condenas doctrinales».[2]

Después de citar esto, el protestante correctamente le explica que esto excluye cualquier condenación de la opinión luterana acerca de la justificación (solo por la fe, etc.) A continuación cita el # 13 de la Declaración conjunta con los luteranos:

«#13. A la luz de dicho consenso, las respectivas condenas doctrinales del siglo XVI ya no se aplican a los interlocutores de nuestros días».[3]

Después de citar esto, el protestante correctamente le explica que esto también significa que ya no se aplican las condenaciones de Trento (en el siglo XVI) sobre la opinión luterana de la justificación.

#2) A fin de sustentar su punto, el protestante procede a citar dos textos más de la misma Declaración conjunta con los luteranos.

«# 41. De ahí que las condenas doctrinales del siglo XVI, por lo menos en lo que atañe a la doctrina de la justificación, se vean con nuevos ojos: las condenas del Concilio de Trento no se aplican al magisterio de las iglesias luteranas expuesto en la presente declaración…»[4]

El protestante señala el hecho evidente de que esto significa que ninguna enseñanza luterana contenida en la Declaración conjunta es condenada por el Concilio de Trento. Luego prueba que la justificación solo por la fe es una de las enseñanzas luteranas expuestas en la Declaración conjunta.

«#26. Según la interpretación luterana, el pecador es justificado solo por la fe (sola fide). En la fe depositan su plena confianza en el Creador y Redentor con quien viven en comunión».[5]

Concluye el protestante, con perfecta lógica, que, según el propio acuerdo del Vaticano con los luteranos sobre la justificación, la sola fe no está ciertamente condenada por el Concilio de Trento. Por lo tanto, le dice finalmente a usted:

«Mire, Señor, los católicos que se adhieren y creen en la Declaración conjunta con los luteranos sobre la Doctrina de la Justificación no sostienen que la sola fe sea una herejía anatematizada infaliblemente por el decreto del Concilio de Trento, como usted dice que un católico debe creer a fin de ser católico».

#3) Por último, este protestante inteligente sabe que usted va a decir que Juan Pablo II y Benedicto XVI no firmaron la Declaración conjunta con los luteranos sobre la Doctrina de la Justificación. Por tanto, él le hace saber que la Declaración conjunta fue firmada bajo los auspicios de Juan Pablo II y fue aprobada en repetidas ocasiones por Benedicto XVI.

Juan Pablo II, 19 de enero de 2004, En una reunión con los luteranos de Finlandia:

«… deseo expresar mi gratitud por el progreso ecuménico hecho entre católicos y luteranos en estos últimos cinco años, desde que se firmó la Declaración conjunta sobre la Doctrina de la Justificación».[6]

Benedicto XVI, Discurso a los metodistas, 9 de diciembre de 2005:

«Me complace la iniciativa que llevaría a las Iglesias-miembros del Consejo metodista mundial a adherirse a la Declaración conjunta sobre la Doctrina de la Justificación, firmada por la Iglesia católica y la Federación luterana mundial en 1999».[7]

El protestante concluye su presentación diciendo:

«Benedicto XVI (y, antes que él, Juan Pablo II) es un católico que adhiere a la Declaración conjunta con los luteranos sobre la Doctrina de la Justificación, cuya declaración enseña explícitamente que la sola fe no está anatematizada por Trento, y que las diferencias subsistentes en cuanto a su explicación, entre luteranos y católicos, ya no dan lugar a condenas doctrinales. Por lo tanto, cuando me convierta en católico, yo voy a mantener la misma posición que Benedicto XVI y como lo establece la Declaración conjunta con los luteranos. ¡Sostendré que la justificación es solo por la fe, y no voy a sostener que aquello es una herejía anatematizada! Y no voy a aceptar los cánones y decretos del Concilio de Trento, ya que Juan Pablo II y Benedicto XVI han aceptado, aprobado, y estuvieron de acuerdo con la Declaración conjunta, la cual explica que los cánones de Trento ya no están en vigor».

Usted sabe que, como católico, tiene la estricta obligación de decirle que la creencia en la sola fe y la creencia en la religión católica son incompatibles. Entonces, ¿qué le respondería?

Si usted sostiene que Benedicto XVI y Juan Pablo II son/fueron Papas válidos, entonces usted daría la siguiente respuesta, que es la única cosa que se le puede ocurrir:

«Juan Pablo II y Benedicto XVI se equivocaron. Ellos no son infalibles en todo lo que dicen o hacen. La Declaración conjunta no es infalible. El Concilio de Trento es infalible».

Y el protestante inteligente, detectando rápidamente los defectos de esta pobre respuesta ilógica, le respondería:

«Señor, yo nunca he dicho que la Declaración conjunta sea infalible. La infalibilidad no tiene nada que ver con nuestra conversación. La idea de fondo es que usted admite que Benedicto XVI es un católico con quién usted se encuentra en comunión, y con quien todo católico debe estar en comunión. Usted admite que él no es un hereje que esta fuera de la comunión de la Iglesia católica por abrazar la Declaración conjunta con los luteranos sobre la Doctrina de la Justificación, por lo que tiene que admitir que yo también seré un católico (no un hereje), en comunión con la Iglesia, cuando yo tome la misma posición de Benedicto XVI».

Si usted sostiene que Benedicto XVI es un Papa válido, entonces no tendría nada que responderle a este protestante. El debate se ha terminado, y usted ha perdido. Usted no puede, por una parte decir que la aceptación de la sola fe y la Declaración conjunta con los luteranos sobre la Doctrina de la Justificación es incompatible con la entrada de este protestante a la Iglesia católica (cosa que, como verdadero católico, usted debe admitir que es incompatible, puesto que fue definido infaliblemente en Trento), y al mismo tiempo debe prestar obediencia a Benedicto XVI como cabeza de la Iglesia católica, quien se ha mostrado muy a favor de la Declaración conjunta con los luteranos sobre la Doctrina de la Justificación. El protestante lo tiene arrinconado y usted se ve obligado a admitir que, de hecho, él puede ser católico y a la vez sostener lo que enseña la Declaración conjunta. Esto demuestra que los que aceptan a Benedicto XVI como Papa no pueden ni siquiera presentar convincentemente la fe católica a un protestante. ELLOS DEBEN ADMITIR SE PUEDE SER «CATÓLICO» Y SOSTENER QUE LA SOLA FE NO ES UNA HEREJÍA ANATEMATIZADA, Y QUE LOS CÁNONES DE TRENTO NO SE APLICAN A LA OPINIÓN LUTERANA SOBRE LA JUSTIFICACIÓN.

Siempre que se reconozca a Benedicto XVI como el Papa católico, se estará defendiendo una Iglesia que ha repudiado al Concilio de Trento, es decir, una «Iglesia» que por definición, es una iglesia no católica – una Iglesia de herejes.

Papa Inocencio III, Eius exemplo, profesión de fe, 18 de diciembre de 1208:

«De corazón creemos y con la boca confesamos una sola iglesia, no de herejes, sino la Santa, Romana, Católica y Apostólica, fuera de la cual creemos nadie se salva». [Denzinger 423]

El mismo juicio y autoridad con que usted ha determinado que este protestante no confesional era un hereje fuera de la Iglesia católica – un juicio que usted hizo al encontrarse con él y que luego descubrió lo que él creía y como repudiaba el Concilio de Trento – es exactamente el mismo juicio al cual usted está absolutamente obligado a hacer con respecto a Benedicto XVI. Esto lo debe llevar a concluir de manera asombrosa y esclarecedora que usted no está juzgando a la Santa Sede o a un Papa cuando juzga correctamente que Benedicto XVI no es un católico; más bien usted está identificando a un no católico por lo que es, del mismo modo que usted identifica correctamente a cualquier protestante no confesional que usted conozca, al igual como usted identifica a cualquier calvinista, metodista o episcopalista. Por lo tanto, usted en la práctica, para convertir a un protestante a la fe católica, debe necesariamente negar que Benedicto XVI sea un verdadero «Papa», o de lo contrario, tendría que admitir necesariamente que el protestante es católico al igual que usted.

NOTAS

[1] Decrees of the Ecumenical Councils, edición inglesa, vol. 2, p. 675.

[2] L´Osservatore Romano, edición inglesa, encarte especial, Declaración Conjunta de la Doctrina de la Justificación, 24 de noviembre de 1999, #5.

[3] L´Osservatore Romano, edición inglesa, encarte especial, Declaración Conjunta de la Doctrina de la Justificación, 24 de noviembre de 1999, #13.

[4] L´Osservatore Romano, edición inglesa, encarte especial, Declaración Conjunta de la Doctrina de la Justificación, 24 de noviembre de 1999, #41.

[5] L´Osservatore Romano, edición inglesa, encarte especial, Declaración Conjunta de la Doctrina de la Justificación, 24 de noviembre de 1999, #26.

[6] L´Osservatore Romano, edición inglesa, 28 de ene. de 2004, p. 4.

[7] L´Osservatore Romano, edición inglesa, 21/28 de dic., p. 5.